“En Bordils se hace el Bordilenc, que es uno de los árboles blancos más bellos de la tierra”. Josep Pla.
Al norte del Gironès podemos descubrir el pueblo de Bordils, con algo más de 1.600 habitantes y una superficie de 7,3 km², que, a pesar de sus pequeñas dimensiones, tiene un encanto propio. Además, está muy bien comunicado con las carreteras que llevan hasta Girona o Palamós.
Su nombre medieval viene de bordo o casa de campesino. Es un municipio llano atravesado por el río Ter y la acequia Vinyals, lleno de campos de cultivo y alamedas a raíz de río. El pueblo está formado por el núcleo antiguo, alrededor de la iglesia, y por el barrio de la carretera, con un estilo más moderno. Sus habitantes se han dedicado tradicionalmente al cultivo de viveros, de árboles frutales y a la cría de ganado vacuno y porcino. Es, sin duda, uno de los pulmones del Gironès y nos permite recorrer caminos señalizados como por ejemplo la ruta de los Árboles Monumentales tanto a pie como en bicicleta.
Lo más bonito para visitar es la iglesia de Sant Esteve con sus dos garitas, un conjunto de arcos en la fachada y el campanario octogonal. En un lateral de la iglesia encontramos uno de los relojes de sol más antiguos de las tierras gerundenses.
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